lunes, 6 de junio de 2016

Volando a Kotoka (parte II). Llegada a Accra

¡Hola!

Después de los cambios de planes estábamos todavía a 6000km de destino, en El Cairo. Salimos del hotel, que nos habían incluido en la escala a las 6.00am y cogimos la lanzadera al aeropuerto. Nos sigue sorprendiendo el calor seco que te golpea al salir de los edificios.
Una vez en el aeropuerto recuperamos el pasaporte, que nos retiraron para evitar que entráramos en el país, ya que no teníamos visado por estar en tránsito.
Pasamos los controles de seguridad, con comentario incluido por si caía algo ("¿esas gafas de sol son para mi?","enséñame la cartera, podrías darme uno de esos", refiriéndose a billete euro) y tras embarcar, solo nos quedaban seis horas por delante hasta llegar a Accra.
De nuevo el avión medio vacío, y pudimos dormir con espacio y comer (al igual que en el primer vuelo nos dieron a escoger entre ternera o pollo, siempre acompañado de algo de pasta y ensalada)
A falta de media hora, uno de los azafatos vacía un bote antimosquitos y aterrizamos sin problemas. Andamos desde pista a terminal. 30 grados y 80% humedad. Tras atravesar la primera puerta una cámara térmica, nos enfoca y un control nos pide la cartilla de vacunación de fiebre amarilla. En aduanas nos chequean de nuevo el pasaporte, nos toman foto y huellas y tras recoger equipaje, nos lo revisan para comprobar que no llevamos nada ilegal.
¡ha llegado todo bien!
Nos embadurnamos en Relec y buscamos con la mirada en busca de Jamal, el coordinador de DAC. Allí nos recoge sonriente y nos conduce hacia el barrio periférico donde se encuentra la organización. 

La primera sensación, y así nos lo cuenta, es que no hay muchas reglas de conducción en las pocas carreteras principales que hay y es por eso que siempre estan llenas y parecen caóticas. Se disculpa porque "la casa del voluntario" está en obra y es por eso que nos ofrece muy amablemente una habitación en su casa. (En realidad debido a los pocos voluntarios que han acudido los últimos años por el miedo al ébola a dos países de distancia, y aunque no ha habido casos en Ghana, no pudieron afrontar la renta del orfanato y usaron la casa del voluntario con tal fin, dentro de unas semanas terminarán de arreglar el nuevo edificio donde nos mudaremos)


Conducimos un rato en silencio absorbidos por todo el movimiento en las calles y tras media hora larga llegamos a destino. Después de dejar la maletas, nos enseñaron el orfanato, donde todo fueron abrazos y sonrisas. La primera sensación que uno tiene es la de que los 22 niños y niñas que viven allí no necesitan nada más que tiempo para jugar y que les presten atención mientras se divierten. Tres mujeres cuidan de ellos de manera continua y les ayudan en su día a día. Acarician nuestro pelo y cara, como impresionados por ser inevitablemente diferentes.
Sin tiempo para reaccionar, nos preguntaron si queríamos echar nuestra primera mano, ¡seremos peluqueros! Los niños se agolpan pidiendo ser los primeros para afeitarles las cabezas con una vieja maquinilla que nos han dejado y así evitar piojos y calor. Les divierte, y os confesamos que nosotros no nos quedamos atrás en esta primera experiencia.
Una vez terminado, nos acercan al centro comercial para cambiar moneda y poder coger una tarjeta de móvil local (50 cedis, alrededor de 12€, por tarjeta nueva y todo un mes de llamadas e internet)
No hay mucho tiempo más hasta que oscurece. A pesar de estar prácticamente en la misma longitud, son dos horas menos en Ghana y a las 18.30 ya es de noche cerrada y tiempo de cena. Nos avisan que el picante es una de las claves del éxito de la comida ganhesa y efectivamente: pica. Una de las cosas por las que preguntamos, el agua, no está embotellada, sino en bolsitas de medio litro a las que hay que dar un mordisco en la esquina para beber. Todo muy rico.

Toca descansar un poco y preparar nuestra cama para la noche antes de salir a probar una de las cervezas locales de las que nos han hablado: Club, por supuesto tamaño grande, 0,625 litros.
El domingo, la ciudad descansa como regla de oro, pero a las 10 ya suenan los cánticos animados de la iglesia del vecindario. Nosotros hemos aprovechado para conocer la playa y adaparnos a la temperatura, ritmo y humedad.

Las conversaciones y curiosidades se suceden, cerveza entre 5 y 8 cedis (entre 1,2 y 2 euros) pero al igual que con las fotos, os las reservamos para la vuelta. Ahora toca centrarse en aprovechar al máximo esta oportunidad única, aprender y ser capaces de aportar lo que podamos. 

Mañana, lunes, daremos en oficinas el material para que lo distribuyan como estimen oportuno. El dinero, con el que tan amablemente habéis contribuido y podéis seguir con ello, un poco más adelante pues nos han sugerido que veamos los proyectos para que opinemos donde queremos destinarlo. Escribiremos la entrada cuando ocurra, pues es por vosotros por lo que hemos podido recaudar esa cantidad.

Un abrazo y gracias por leernos

3 comentarios:

  1. Vaya peripecia, chicos.
    Esperamos que os vaya bien en vuestro proyecto. ¡Seguro que será una experiencia inolvidable!
    ¡Ánimo!
    Un abrazo
    Heli Esteban

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  2. Nooo!!!... espero no morir como el carrito. Me da mucho gusto que hayan llegado a Ghana y pudieran contribuir, un enorme abrazo :)

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  3. Nooo!!!... espero no morir como el carrito. Me da mucho gusto que hayan llegado a Ghana y pudieran contribuir, un enorme abrazo :)

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